El ser humano es un ser emocional y social; y esta afirmación no ha sido tenida en cuenta en el mundo laboral hasta el nacimiento de la teoría sobre la inteligencia emocional.
En la actualidad, laboralmente no sólo se nos juzga por nuestra inteligencia desde el punto de vista tradicional, con nuestra capacidad de resolver problemas puramente objetivos como matemáticas o memorización; sino también por el modo en el que nos relacionamos con nosotros mismos y también con los demás.
En este post se tratan las capacidades innatas, así como las habilidades adquiridas que podemos enmarcar en el estudio de la inteligencia emocional.
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
La inteligencia emocional es la capacidad más o menos avanzada de un individuo de conocer, regular y motivar sus emociones a la vez que comprenden e interactúan adecuadamente con las emociones de los individuos que les rodean.
La inteligencia emocional hace referencia no a la clásica percepción de los aspectos cognitivos, como la memoria o la capacidad para resolver problemas; sino ante todo, de la capacidad del individuo para dirigirse con efectividad a los demás y a él mismo, de conectar con sus propias emociones, de gestionarlas, de saber buscar motivación, de frenar los impulsos, de vencer las frustraciones, así como de comprender y saber interactuar con las emociones de los demás.
La inteligencia emocional empieza con la conciencia de uno mismo y también con la conciencia social. Es decir, cuando somos capaces de reconocer las emociones (y su impacto) en todo lo que nos rodea.
Asimismo, supone entender que gran parte de nuestros comportamientos y decisiones se basan en emociones. El ser humano es una criatura emocional que un buen día aprendió a pensar y a razonar.
La inteligencia emocional otorga al trabajador la competencia emocional, que lugar a un desempeño laboral sobresaliente. En el núcleo de esta competencia se encuentran dos habilidades, la empatía y las habilidades sociales necesarias para manejar los sentimientos percibidos alrededor.
La ausencia de inteligencia emocional puede restar tanto como para compensar negativamente una evaluación académica excelente.
“Las emociones descontroladas pueden convertir en estúpida a la gente más inteligente”.
Daniel Goleman
Dimensiones que Conforman la Inteligencia Emocional Según Daniel Goleman
La inteligencia emocional del individuo determina la potencial capacidad de la que dispone para lograr aprender las habilidades prácticas necesarias para poder manejar diestramente los sentimientos.
Las habilidades prácticas en la inteligencia emocional necesarias según Goleman son:
Conciencia de uno mismo
Hace referencia a nuestros propios estados internos, nuestros recursos y nuestras intuiciones.
Se trata de una facultad clave en tres competencias:
- Conciencia emocional: La capacidad de reconocer el modo en que nuestras emociones afectan a nuestras acciones y la capacidad de utilizar nuestros valores como guía en el proceso de toma de decisiones. Las personas dotadas de esta competencia, saben qué emociones están sintiendo y por qué, comprenden los vínculos existentes entre sus sentimientos, sus pensamientos, sus palabras y sus acciones; conocen el modo en que sus sentimientos influyen sobre su rendimiento; y tienen un conocimiento básico de sus valores y de sus objetivos.
- Valoración adecuada de uno mismo: El reconocimiento sincero de nuestras fortalezas y de nuestras debilidades, la visión clara de los puntos que debemos fortalecer y lo que no somos tan aptos en resolver. Las personas que poseen esta competencia son conscientes de sus puntos fuertes y de sus debilidades; reflexionan y son capaces de aprender de la experiencia; son sensibles al aprendizaje sincero de la experiencia, a los nuevos puntos de vista, a la formación continua y al desarrollo de sí mismo; y cuentan con un sentido del humor que les ayuda a tomar distancia de sí mismos.
Confianza en uno mismo: Seguridad en la valoración que hacemos sobre nosotros mismos y sobre nuestras capacidades, valores y objetivos. Las personas que controla esta competencia manifiestan confianza en sí mismas y poseen “presencia”; pueden expresar puntos de vista impopulares y defender sin apoyo de nadie lo que consideran correcto; son emprendedores y capaces de asumir decisiones importantes a pesar de la incertidumbre y las presiones.
Autorregulación
La autorregulación, entendida como la capacidad de controlar nuestros estados de ánimo, impulsos emocionales y recursos internos, puede ser medido o considerado a través de las siguientes cinco competencias personales:
- Autocontrol: Gestionar adecuadamente nuestras emociones y nuestros impulsos conflictivos. Las personas con autocontrol son capaces de gobernar adecuadamente sus sentimientos impulsivos y sus emociones conflictivas; permanecen equilibrados, positivos e imperturbables aun en los momentos más críticos; y piensan con claridad y permanecen concentrados a pesar de las presiones.
- Confiabilidad e integridad: Ser honrado (íntegro) y sincero. Podemos distinguir dentro de este punto entre responsabilidad e integridad, una persona responsable:
- Actúa ética e irreprochablemente.
- Su honradez y sinceridad proporcionan confianza a los demás.
- Son capaces de admitir sus propios errores y no dejan de señalar las acciones poco éticas de los demás.
- Adoptan posturas firmes y fundamentadas en sus principios, aunque resulten impopulares. En el caso de la integridad:
- Cumplen sus compromisos y sus promesas.
- Se responsabilizan de sus objetivos.
- Son organizados y cuidadosos en su trabajo
- Adaptabilidad: Afrontar los cambios y los nuevos desafíos con la adecuada flexibilidad. La persona con la capacidad para la adaptación es capaz de manejar adecuadamente las diferentes demandas, es capaz de reorganizar rápido las prioridades y se adapta rápidamente a los cambios; adapta sus respuestas y tácticas a las circunstancias cambiantes; y su visión de los acontecimientos es sumamente flexible.
- Innovación: Permanecer abierto a nuevas ideas, perspectivas e información. Las personas que tienen la capacidad para la innovación buscan siempre nuevas ideas de una gran variedad de fuentes; aportan soluciones originales a los problemas; y adoptan nuevas perspectivas asumiendo riesgos en su planificación.
Motivación
Las competencias personales que permiten valorar la motivación, entendida esta como las tendencias emocionales que guían o facilitan el logro de nuestros objetivos, son cuatro:
- Motivación de logro: La capacidad de esfuerzo para lograr un determinado objetivo o criterio de excelencia. Las personas con este impulso para mejorar se hallan orientadas hacia los resultados y poseen una motivación muy fuerte para cumplir sus objetivos y sus exigencias; no dudan en afrontar objetivos desafiantes y en asumir riesgos calculados; recaban la información necesaria para reducir la incertidumbre y descubrir formas más adecuadas de llevar a cabo las tareas en las que se hallan implicados; y aprenden a mejorar su desempeño.
- Compromiso: La capacidad de asumir la visión y los objetivos de la organización o el grupo. Tener la capacidad de compromiso permite al trabajador sintonizar con los objetivos de la organización. Las personas con esta competencia están dispuestas a sacrificarse en aras del objetivo superior de la organización; encuentran sentido en su subordinación a una misión más elevada; recurren a los valores esenciales del grupo para clarificar las alternativas y tomar las decisiones adecuadas; y buscan activamente oportunidades para cumplir la misión del grupo.
- Iniciativa: Prontitud para actuar cuando se presenta la ocasión. La competencia de la iniciativa existe en personas dispuestas a aprovechar las oportunidades, que persiguen los objetivos más allá de lo que se requiere o espera de ellas, que no dudan en saltarse las rutinas habituales si es necesario para llevar a cabo el trabajo, siendo además capaces de movilizar a otros compañeros a emprender esfuerzos a los que no están acostumbrados.
- Optimismo: Persistencia en el logro de los objetivos a pesar de contratiempos u obstáculos. La persona optimista insiste en conseguir sus objeticos a pesar de los contratiempos u obstáculos que se presenten, trabajando más desde la expectativa del éxito que desde el miedo al fracaso. Estas personas consideran que los contratiempos se deben más a circunstancias controlables que a fallos personales.
Hasta este punto, estas capacidades pueden englobarse como Competencias personales, a partir de aquí podemos denominar a las competencias como competencias sociales, que serían las que determinan el modo en que nos relacionamos con los demás, mientras que las personales serían el modo con el que nos relacionamos con nosotros mismos.
Empatía
La primera de las competencias sociales que se necesitan desarrollar para lograr una competencia emocional es la empatía, que hace referencia a la conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones ajenas. Para la valoración de la empatía podemos tener en cuenta cuatro competencias sociales:
- Comprensión de los demás: Tener la capacidad de captar los sentimientos y los puntos de vista de otras personas e interesarse activamente por sus preocupaciones. Quien es capaz de comprender a los demás es una persona que permanece atenta a las señales emocionales y escucha bien, es sensible y comprende los puntos de vista de los demás, ayudándoles basándose en esa comprensión de sus necesidades y sentimientos.
- Orientación hacia el servicio: Anticiparse, reconocer y satisfacer las necesidades de los clientes. Esta capacidad permite comprender las necesidades de los clientes y tratar de satisfacerlas con productos o servicios, buscando el modo de aumentar la satisfacción y fidelidad de estos clientes. Quien la posee, brinda desinteresadamente la ayuda necesaria, asume el punto de vista de sus clientes, actuando como asesores en quien se puede confiar.
- Aprovechamiento de la diversidad: Saber sacar provecho a las oportunidades que pueden brindar la cooperación entre diferentes tipos de personas que puedan colaborar en una organización. Dentro de esta capacidad se entiende el respeto y la capacidad de relacionarse bien con individuos procedentes de diferentes sustratos sociales y culturales. Comprensión de diferentes cisiones del mundo y sensibilidad a las diferencias existentes entre los grupos. Quien posee esta capacidad considera la diversidad como una oportunidad, creando un ambiente en el que puedan desarrollarse las personas de distintos orígenes, afrontando los prejuicios y la intolerancia.
- Conciencia política: Capacidad de percibir las corrientes emocionales y de las relaciones de poder que subyacen en las relaciones de un grupo de personas. Las personas que poseen esta competencia advierten con facilidad las relaciones clave del poder, perciben claramente las redes sociales más importantes en un grupo, comprenden las fuerzas que modelan el punto de vista y las acciones de los consumidores, clientes y competidores e interpretan adecuadamente tanto la realidad externa como la realidad interna de una organización.
Habilidades Sociales
Esta capacidad consiste en desarrollar la habilidad social de movilizar adecuadamente las emociones de los demás, siendo capaces de inducir respuestas deseables en otros individuos. Necesita de varias competencias:
- Influencia: Esgrimir tácticas eficaces de persuasión. Los individuos con esta capacidad son muy persuasivos, recurren a presentaciones muy precisas para captar la atención de su auditorio; utilizan estrategias indirectas para recabar el consenso y el apoyo de los demás y manejan adecuadamente los hechos más sobresalientes para exponer más eficazmente sus opiniones.
- Comunicación: Enviar mensajes claros y convincentes. Competencia en comunicación significa escuchar abiertamente y saber mandar mensajes convincentes. Quien tiene esta capacidad sabe dar y recibir, captar las señales emocionales y sintonizan con su mensaje; Aborda abiertamente las cuestiones difíciles; escucha bien, buscando la comprensión mutua y no tiene problemas en compartir la información de que dispone; y alienta la comunicación sincera permaneciendo abierto tanto a las buenas noticias como a las malas.
- Catalizadores del cambio: Ser capaces de iniciar, promover o dirigir los cambios. Las personas dotadas de esta competencia reconocen la necesidad de cambiar y eliminar barreras, desafían el estatus y reconocen la necesidad del cambio, promueven el cambio y consiguen que otros hagan lo mismo y modelan el cambio de los demás.
- Resolución de los conflictos: Capacidad para negociar y resolver los desacuerdos que puedan surgir en un grupo. Esta capacidad permite manejar a las personas difíciles y las situaciones tensas con diplomacia y tacto, reconociendo los posibles conflictos, sacando a la luz los desacuerdos y fomentando la desescalada de la tensión. Con ella se alienta el debate y la discusión abierta, buscando el modo de llegar a soluciones que satisfagan plenamente a todos los implicados.
- Colaboración y cooperación: Ser capaces de perseguir una meta común mediante el trabajo con los demás miembros de un grupo. Esta capacidad es la que permite trabajar con los demás en la consecución de objetivos compartidos. Las personas con esta competencia equilibran centrarse en la tarea con la atención a las relaciones, colaboran compartiendo información y recursos, promueven un clima de amistad y cooperación, y buscan y alientan las oportunidades de colaboración.
- Habilidades de equipo: Ser capaces de crear la sinergia grupal a la hora de lograr metas colectivas como grupo. Es decir, saber crear formas de trabajo grupal en el que se aproveche el trabajo en equipo para obtener mejores resultados que en un trabajo por separado. Las personas con esta capacidad logran crear una sinergia laboral enfocada hacia la consecución de objetivos colectivos; alientan cualidades grupales como el respeto, la disponibilidad y la cooperación; despiertan la participación y el entusiasmo; consolidan la identidad grupal, el esprit de corps y el compromiso; y cuidan al grupo y su reputación, y comparten los méritos
- Liderazgo: Capacidad para inspirar y guiar a los individuos o a los grupos. Las personas con liderazgo articulan y estimulan el entusiasmo por las perspectivas y los objetivos compartidos; cuando resulta necesario, saben tomar decisiones independientemente de su posición; son capaces de guiar el desempeño de los demás y lideran con el ejemplo.
Lo que buscan los empresarios
Una encuesta realizada entre empresarios revela que más de la mitad de los trabajadores carecen de la motivación necesaria para aprender y mejorar en su empleo. Cuatro de cada diez son incapaces de trabajar en equipo y sólo el 19% de los que se esfuerzan por alcanzar el nivel requerido para el trabajo demuestran tener suficiente autodisciplina en sus hábitos laborales.
El preguntar para determinar qué demandan los empresarios, éstos enumeraban las siguientes habilidades:
- Capacidad de escuchar y de comunicarse verbalmente.
- Adaptabilidad y capacidad de dar una respuesta creativa ante los contratiempos y los obstáculos.
- Capacidad de controlarse a sí mismo, confianza, motivación para trabajar en la consecución de determinados objetivos, sensación de querer abrirse un camino y sentirse orgulloso de los logros conseguidos.
- Eficacia grupal e interpersonal, cooperación, capacidad de trabajar en equipo y habilidad para negociar las disputas.
- Eficacia dentro de la organización, predisposición a participar activamente y potencial de liderazgo.
Además, las tres capacidades más valoradas son la iniciativa, la capacidad de comunicación y las habilidades interpersonales.
Conclusión
La inteligencia emocional, al igual que la inteligencia “clásica” estudiada en otros aspectos más tangibles, parte de una base de características innatas del individuo para lograr adquirir y potenciar de una forma más o menos complicada esas capacidades que podemos enmarcar en el conjunto de habilidades y capacidades de la inteligencia emocional.
Aun cuando la inteligencia emocional posee una parte que podríamos considerar innata, las habilidades que se necesitan adquirir para lograr ser una persona que aplica su inteligencia emocional, deben ser trabajadas por separado, valoradas y perseguidas a través de la atención.
La inteligencia emocional del individuo ayudará a que lograr estas habilidades o capacidades personales y sociales sea más fácil o más complicada.
En el mundo laboral, las habilidades y capacidades recogidas dentro de la inteligencia emocional no son sólo importantes, sino que nos ayudan a predecir quién va a fracasar y quién, por el contrario, llegará a convertirse en un trabajador “estrella”.
Son además capacidades que en su ausencia pueden hacer valer poco o nada otras características que pueden ser reconocidas en un expediente brillante, y pueden, si existen, hacer brillar otras características de un expediente más normal.
Bibliografía
- Daniel Goleman (1996) Inteligencia Emocional. Madrid: Kairós
- Daniel Goleman (2012) El cerebro y la Inteligencia Emocional. Barcelona